Congreso Prealtea



Update 02/05/2012: El video puede verse presionando sobre la imagen:





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De qué hablamos cuando hablamos de espacio público (EP)?



De qué hablamos cuando hablamos de espacio público (EP)?

EP: qué y cuáles
Ante semejante pregunta, pocas son las opciones…, dice el diccionario de la palabra Espacio: 1.m extensión que contiene toda la materia existente. O también Espacio Vital: m. ámbito territorial que necesiten las colectividades y los pueblos para desarrollarse. Y dice también de dominio público (porque por mucho que se busque, aparece obra pública, erario público, gestión pública y hasta mujer pública…), pero de Espacio Público, nada. Entonces dice el libro respecto de Público (dominio): m. El de los bienes destinados al uso público como las plazas, los caminos o el litoral; a un servicio público, como los edificios públicos o los puertos; o cuya concesión compete a la administración, como las minas o las aguas continentales. Su régimen jurídico implica la propiedad de una administración pública y un sistema propio de uso y protección.
Es decir que podríamos acordar sin demasiados rodeos que una primer aproximación al binomio podría ser algo de este tipo: “ámbito o extensión que necesitan las comunidades para desarrollarse, administrado por el estado y que requiere de un sistema de protección y uso particular a su fin”
Con esta primer definición y bajo la frágil hipótesis de que el mismo solo existe en aglomeraciones urbanas (que son en definitiva las que más nos interesan en este caso) pensemos ahora cuales son los espacios públicos de estos centros poblados…
La plaza, la calle, la vereda, un parque…, un vacio urbano no ocupado….., qué más? (1)

EP: qué y cuáles?
A modo de alternativa superadora, propongo ahora pensar en redefinir lo definido y renombrar lo nombrado;
Pensemos en una ciudad donde el espacio público abarque todo lo que no es espacio privado. Es decir que a excepción de los edificios construidos en parcelas privadas, el resto formaría parte del espacio, uso y cuidado público. (2)
(1) A modo de comentario complementario, corresponde citar la encuesta que realizáramos con el equipo de investigación de Espacio Público durante el año 2007 y que frente a esta misma pregunta, escasamente se llegaran a los tres primeros ejemplos, en la mayoría de los casos solo a los dos primeros.
(2) “Aunque la distinción entre lo público y lo privado coincide con la oposición de necesidad y libertad, de futilidad y permanencia…el significado más elemental de las dos esferas indica que hay cosas que requieren ocultarse y otras que necesitan exhibirse públicamente para que puedan existir”, Hannah Arendt, 1998
De manera que un renombrado de estos espacios públicos podría ser: plazas, calles veredas, parques, centros de manzana, patios apendiculares, otros patios en general, vacios urbanos y todo aquel lugar no ocupado por un edifico de uso privativo.
Si frente a tan repentina proliferación de EP intentáramos una clasificación de los mismos, quizá pudiéramos hablar de grupos asociados por su afinidad/semejanza/uso:
·         Vacios urbanos: plazas, parques, baldíos, bajo autopistas, espacios residuales, etc.
·         Canales de transporte: veredas, calles, autopistas, vías de ferrocarril, senderos, caminos, etc.
·         Áreas semi accesibles: centros de manzana, patios apendiculares, otros patios, algún caso de planta baja libre, playas de estacionamiento a nivel, áreas de equipamiento relacionadas con el transporte, etc.
·         Y una categoría adicional que trasciende el formato tradicional de calificación y que debería involucrar a aquellos lugares que perteneciendo al ámbito de lo privado, afectan al espacio público, como ser fachadas deterioradas o modificadas, terrazas que por su equipamiento o estado de abandono impactan a su entorno, patios lindantes con la vía pública que no se condicen con su contexto, etc.
Es decir que intentando un cierre preliminar de estas redefiniciones, podríamos pensar un espacio público integral, donde el dominio de lo privado funciona como “islas” que si bien insertadas en la trama siguen sus propias lógicas de crecimiento y densificación, permiten  no discontinuar esta propuesta de fluidez que un espacio globalizador y de encuentro requieren.

 “…Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar…”
Ya que se ha logrado definir el concepto, nombrarlos y clasificarlos, es inevitable la más difícil  de las incógnitas: para qué?
Si en su momento una encuesta para nombrarlo fue difícil, cuanto más será justificar su existencia en el uso efectivo…, escribamos algunas de las posibles respuestas;
·         Para que el público tenga espacio…(.)
·         Para dominarlo y transformarlo, tal y como la civilización a la naturaleza…
·         Para parcelarlo y darle valor a la tierra…
·         Para concesionarlo y darle una renta al estado para destinar a los más necesitados…
·         Para poder circular y disfrutarlo y tener espacios verdes dentro de nuestra ciudad…
·         completar según sus propias ideas……………………………………………..…….(3)


¡¡LA VEDEDA ED DE TODOS¡¡
Dijo Jorgito (7 años) y salió corriendo para adentro haber si entre sus más de diez perros y otros tantos hermanos lograban evitar el palazo que le había prometido el “loco” Ziccarelli. Claro, jugando a la bolita, se nos pasaban las siestas en la vereda y arrimados al cerco del “loco”, meta gritos y ladridos, no se podía dormir la siesta en paz.  La gran ventaja que teníamos era que en la década del 70 en el GBA y con 7 años no hacía falta aprender urbanismo, derecho ni educación cívica.  Ya se sabía que lo que estaba de este lado del alambrado se podía usar…. La cosa era como se esquivaban los palos¡¡

Planteo del ¿ problema?
En definitiva y metidos ya en el tema que pretende justificar este escrito, vivimos en medios urbanizados donde además de la ocupación de la tierra en horizontal y vertical que amenazan con desmejorar nuestra calidad de habitación (a veces llevándose por delante algún código y otras reinterpretándolo para justificar lo injustificable), se hace también evidente la necesidad de repensar nuestros espacios públicos.
Porqué?: porque es allí donde los edificios ocupan, los medios de transporte acercan y los ciudadanos habitamos. En definitiva donde la ciudad misma se inventa a cada momento.
Porqué?: porque es allí donde ocurre el encuentro, sentido último de la comunidad. En la plaza.., en el tren…, en la esquina…,a la salida del cole…,en el semáforo…, desde la terraza…, en el fondito…, sentados en la vereda…, mirando por la ventana…
Porqué?: porque se hace también evidente que los avances tecnológicos (o mas genéricamente hablando, del conocimiento), deben tener su correlato en las ciudades, uno de los hechos culturales más complejos que se hayan inventado, la urbanidad. No es suficiente hablar de densificación del tejido o de nuevas maneras de conectividad. Debemos repensar la ciudad en términos de totalidad y acotando cada mejora a su realidad y posibilidad. Es decir, en un marco de mejoramiento integral, una lectura desde lo situado.



(3) “Belgrano es un jardín era el lema de las inmobiliarias que promocionaban los departamentos de las nuevas torres de Belgrano en la década del 70. Y su mejor propaganda, una fotografía de las casas circundantes que todavía no habían sido sustituidas por las torres. Allí podía verse con claridad un proceso en el que las casas suburbanas de la zona de quintas de Belgrano eran el factor que atraían a las nuevas torres. Pues estas últimas podían mimetizarse con sus significados suburbanos y a la vez sacar provecho de la amplitud de los grandes lotes de los que las desalojaban, y de las amplias vistas hacia los jardines de las casas. En definitiva una imagen que se compraba para ser usufructuada desde los balcones de las torres.” (F. Diez, Buenos Aires y algunas contantes en las transformaciones urbanas, pag. 84).
En un momento donde conceptos como; sustentabilidad, racionalidad en el uso de los recursos, pluralidad, globalidad (solo el lado bueno), medio ambiente, “comunicabilidad” indexada (virtual, real, ciborg u otras variantes posibles) re-presentan el último “grito de la moda”, entiendo que debemos ser capaces de plantearnos temas más trascendentes que el ensanche de una autovia o el aumento de la infraestructura en un sector postergado.
Problemas estos prioritarios y necesarios de resolver, pero que no alcanzan (o no permiten alcanzar para ser mas proyectivo) diseñar estrategias de crecimiento alternativo de nuestras ciudades. (4)
Crecimiento, armónico, sustentable, racional, posible, situado, contextualizado, participativo, integrado, consensuado, reconocido, apropiado, incorporado, aceptado.
Es decir que pretender diseñar una plaza desde una mirada “romántico-paisajista”, abandonar el sistema de recolección de basura a un sistema de “contenedores chocadores” o pretender  ignorar que las fachadas y terrazas de nuestros vecinos ocupan un gran porcentaje de nuestras visuales diarias son errores equivalentes desde lo conceptual, dado que siguen intentando generar mejoras desde una óptica que no se corresponde con las nuevas necesidades de los habitantes de nuestros centros urbanos.
Vivimos cada vez más próximos, pero desencontrados.
Cada vez mas comunicados, pero sin intercambiar nada trascendente.
Cada vez más modernos, pero en ciudades cada vez mas obsoletas.
Cada vez mas globalizados, pero sin interpretar nuestra realidad.

…Y…?
Es aquí donde espacio público, encuentro, identidad y bien común se asocian. En la esquina, en la plaza, en las miradas y en los viajes. (5)
Porque probablemente en ese desencuentro individualista resida la falta de apropiación de lo público, la falta de identificación del “lugar”, la necesaria apropiación de los espacios y el sentido de pertenencia indispensable para reconocer, valorar y cuidar lo propio.
Porque es probable que allí se vuelvan encontrar el dominio y lo público. Y que sea el ´publico quien domine” y no el abandono quien vacíe de sentido.
(4) “…para el arquitecto la valoración de las construcciones se da en términos funcionales, para el usuario en términos relacionales. Si para el primero el espacio construido es el de las funciones, para el segundo es el de las relaciones…” (A. Signorelli, 1999:64
(5) “..entre nosotros y el espacio se establece una relación semejante a la que describe C. Geertz cuando habla de la relación de la araña con su tela: lo configuramos y nos configura. En este sentido somos actores en una doble significación: ele espacio nos dice qué se nos permite o prohíbe hacer en determinado lugar y también que nosotros contribuimos a su estructuración…”, (C. Vergara Figueroa, 2006)
Porque es preferible ocupar una plaza y dotarla de lo que requiera, antes de cerrarla y ponerle llave.
Más vale salir a la calle antes que la calle sea “tierra de nadie”.
Encontrarnos en una esquina antes de que la esquina sea el lugar del “campana”.
Mirarnos desde nuestros contrafrentes en vez de tapiarnos el aire.
Construir juntos fachadas y no cerrarnos a lo incierto.
Disfrutar la mirada a “vuelo de pájaro” y no padecer del depósito “a cielo abierto” de la terraza lindera.
Porque es preferible, en definitiva, tomar el control de lo propio y que sea el control de lo ajeno el límite natural, y no al revés, preocupados por cuidar exclusivamente lo individual.



Arq. Alejandro L. Giani
Investigador FADU-UBA
Febrero 2012
Texto como colaboración para el grupo de investigación de Espacio Público de la Facultad de Arquitectura diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.










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Iniciativa Plaza Flores 
Asociación Civil
Red de Vecinos de Flores y Parque Chacabuco 
Arquitectos Investigadores FADU/UBA 
LA PLAZA PUEYRREDÓN SE CARACTERIZA POR SER EL ESPACIO PÚBLICO DE REFERENCIA DEL BARRIO DE FLORES. ES CENTRO DE TRANSFERENCIA. 


ES UN ESPACIO PUBLICO DE TODOS Y DE NADIE A SU VEZ.

NO ES UN ESPACIO DE ESPARCIMIENTO SINO DE TRANSICIÓN. 
LA PLAZA FLORES ES UNO DE LOS TANTOS ESPACIOS PÚBLICOS QUE SUFRE LA PROBLEMATICA DE LA INSEGURIDAD SOCIAL.


CREEMOS FUERTEMENTE QUE UNA VEZ DETECTADOS ESTOS PROBLEMAS PODEMOS SER PARTE DEL INICIO DE LA SOLUCION , APROPIANDONOS DEL LUGAR Y DANDOLE  SENTIDO DE PERTENENCIA AL MISMO.

LA REUBICACION DE NUESTROS ABUELOS, CON SUS JUEGOS DE MESA SOBRE LA CALLE ARTIGAS, PROMOVERÁ UN HABITAR PERMANENTE.
DE ESTA MANERA ESTE SECTOR QUEDARIA "CUSTODIADO" YA QUE ESTA ESQUINA ES LA MAS TRANSITADA .








SOBRE LA CALLE F. CAYETANO SE COLOCARAN LUGARES DE RESGUARDO PARA LOS PAPAS QUE ESPERAN A SUS HIJOS A LA SALIDA DE LA ESCUELA Y TAMBIEN FORMARIA PARTE DE PUNTOS DE ENCUENTRO PARA CELEBRACIONES DEL BARRIO.


ESTOS ESPACIOS TAMBIEN ESTARIAN ACOMPAÑADOS POR DIBUJOS EN EL SOLADO, QUE SERVIRIAN DE JUEGOS A LOS NIÑOS, INVITANDOLOS A ENTRAR AL AREA DE JUEGOS DE LA PLAZA.

PROPONEMOS UN REFUERZO  A LA ILUMINACION , YA QUE LOS ARBOLES AÑEJOS CON SUS COPAS FRONDOSAS NO DEJAN FILTRAR LA LUZ, Y ENTENDEMOS QUE CUANTO MAS ILUMINACION TENGA LA PLAZA SERA MAS SEGURA.

EN TODO EL RECORRIDO INTERNO DE LA PLAZA PROPONEMOS DESCOMPRIMIR EL CENTRO DE LA MISMA CON SECTORES INTERMEDIOS DE DESCANSO, OCUPADOS POR EQUIPAMIENTO URBANO Y BUENA ILUMINACION.


LA INTENCIÓN DE DESCOMPRIMIR EL CENTRO DE LA PLAZA TIENE QUE VER  CON HABITARLA EN TODA SU EXTENSIÓN.



Update: El video con la presentación de la plaza puede verse en el siguiente enlace
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De la Carta de Atenas a la Carta del Nuevo Urbanismo ¿Qué significa para Latinoamerica? (1)

Clara Irazábal
Clara Irazábal. Arquitecto (UCV, 1987). Magister Scientiarum en Planificación Física y Diseño Urbano (Instituto de Urbanismo, UCV, 1993). Master en Arquitectura (Universidad de California en Berkeley, 1994). Estudios de Doctorado en Arquitectura (Universidad de California en Berkeley)

Un nuevo movimiento, llamado Nuevo Urbanismo (NU), está ganando momento de una manera notoria en la palestra de discusión sobre planificación, diseño urbano, y arquitectura en Norteamérica. Por ello me pareció importante intentar describirlo y analizarlo para Entre Rayas, de manera de despertar conciencia y sentido crítico sobre el mismo, antes de que sus influencias lleguen a Venezuela, si es el caso de que no la hayan alcanzado ya.
Josep Luis Sert e Paul Lester Wiener. Cidade dos Motores, Río de Janeiro, 1945

En los últimos años, distinguidos arquitectos, planificadores, y profesionales de otras disciplinas en los Estados Unidos han llevado a cabo congresos, han diseñado y construido varias comunidades urbanas y, quizá todavía más impactante, han elaborado una Carta, muy a la usanza de la Carta de Atenas del movimiento moderno, producto del CIAM (y en franca contestación a ésta), que pretende marcar pauta a nivel nacional sobre la manera de concebir o intervenir el espacio urbano.
El movimiento surge básicamente como respuesta al incontenido crecimiento de los suburbios en Estados Unidos, especie de grandes urbanizaciones que, sin ser ciudad o campo, tampoco logran definir un carácter propio entre estos extremos que les dé sentido de lugar. Los suburbios norteamericanos, y esto ocurre también en las ciudades satélites que han crecido alrededor de las grandes urbes venezolanas, carecen de una adecuada mezcla de funciones que permita a un grupo significativo de sus habitantes trabajar y desarrollar otras actividades sociales en su propio vecindario. Las personas dependen excesivamente de sus automóviles privados, porque el transporte público, cuando existe, es insuficiente o no está adecuadamente ligado a la red urbana para acceder fácilmente.
Los diseñadores del Nuevo Urbanismo, con un estilo al que también se le ha llamado Neotradicionalismo, o Urbanismo Sustentable, están a favor de comunidades más pequeñas y densas que los suburbios tradicionales, con límites definidos y donde exista una adecuada mezcla de funciones que incorporen espacios recreacionales, comerciales, institucionales, y laborales en estrecha vinculación con residencias de varios tipos. Estas viviendas serían accesibles a diversos grupos socioeconómicos, y serían adjudicadas de manera en que propicien la diversidad también en términos de edad, sexo, raza, etc. Los viajes fuera del vecindario son minimizados, reduciendo la dependencia del carro, y la contaminación y el consumo de energía que ésta genera. Las distancias de un lugar a otro podrían ser recorridas a pie, y se podría acceder caminando a estaciones de transporte público (autobuses, trenes, metros, y otros, según el caso), que conecten con otras comunidades similares. Todas estas características propiciarían el carácter único del lugar, y la sensación de pertenencia a la comunidad del grupo de habitantes que allí convivan.
Pero mirando un poco hacia atrás, y retomando la idea planteada en el título del artículo, voy a esbozar una comparación entre la Carta de Atenas (CA) y esta Carta del movimiento Nuevo Urbanismo (CNU). Además, trataré de entrever cuál puede ser el impacto de esta última en Venezuela.
Alison e Peter Smithson, Berlin, 1958
La Carta de Atenas fue elaborada por un grupo internacional de arquitectos después de una serie de congresos en los cuales se discutió cómo el paradigma de la arquitectura moderna podía responder a los problemas causados por el rápido crecimiento de las ciudades, causado, entre otros factores, por la mecanización en la producción y los cambios en el transporte. En el IV Congreso del CIAM, este grupo de profesionales y visionarios finalizó la Carta de Atenas, después de haber analizado 33 ciudades de las más diversas latitudes y climas en el planeta. Por lo tanto, sus observaciones y recomendaciones tenían un sentido bastante universal.
Le Corbusier, Pessac
Por el contrario, el Nuevo Urbanismo es un grupo localizado en los Estados Unidos, que centra su discusión básicamente en la problemática de la ciudad norteamericana de finales del siglo veinte. Esta ciudad difiere significativamente de la típica ciudad latinoamericana. Sin embargo, ambas presentan graves problemas urbanos y se encuentran en un momento coyuntural, en el que se ha hecho evidente que deben hacer cambios importantes y fijar estrategias de desarrollo diferentes que les posibiliten una entrada más saludable y vital en el tercer milenio. Para América Latina, el problema no sería tanto la proliferación de los suburbios de baja densidad, sino el crecimiento anarquizado de las ciudades, el desequilibrio de las funciones urbanas, y el desbalance entre el espacio público y privado, entre otros. Pero los lineamientos de la CNU podrían ayudar a resolver los problemas de la inexistencia o ineficacia de controles legales y de instancias gubernamentales, y los desequilibrios de las fuerzas del mercado, que son, entre otras, las causas de los desajustes, tanto en el norte, como en el centro y sur de América.
Volviendo a la comparación entre las dos Cartas, aunque en la CA se reconoce que las posibilidades de influenciar los destinos de las ciudades requieren una combinación de factores políticos, sociales y económicos, la Carta enfatiza excesivamente el potencial de la arquitectura y la planificación como definitorios de la forma de la ciudad. Esta es una manifestación de un fenómeno que algunos reconocen como la falacia física, una fe casi ciega en las cualidades redentoras del diseño para resolver los problemas urbanos. La posición del NU, al menos en lo expresado en su Carta, es más balanceada en ese sentido, reconociendo que las soluciones físicas por sí mismas no resuelven los problemas sociales y económicos, y que el arquitecto o planificador debe estar acompañado por un grupo multidisciplinario de profesionales y una amplia base ciudadana, así como de una voluntad privada y pública y una confluencia de consenso y recursos, para orquestar exitosamente la creación, transformación, o restauración de cualquier paisaje urbano.
Más allá de las transformaciones físicas derivadas de sus lineamientos, la CNU tiene como meta la transformación de las políticas urbanas en los Estados Unidos. Aunque la CNU parte de la reflexión de una realidad urbana diferente a la de Venezuela, sus objetivos, y en muchos casos las estrategias de planificación, diseño urbano, transporte, y arquitectura a nivel regional, comunal, y local, resultan posibles puntos de partida desde los cuales construir políticas urbanas más acordes con los requerimientos y posibilidades del país.
Como es conocido de todos, la CA propone cuatro funciones básicas en la ciudad: habitación, trabajo, recreación, y circulación. Así, la Carta en sí misma se organiza bajo estos encabezados, exponiendo observaciones y requerimientos para cada uno. La organización de la ciudad en la práctica moderna es tratada también de esta manera discreta, separando en ella cada una de las funciones identificadas. Aunque la CA sinceramente pretendió incrementar la calidad de vida y el nivel de seguridad en las ciudades, ha sido ampliamente demostrado en diferentes ejemplos urbanos en todo el mundo, que este modelo fracasó. Basados en estas experiencias muchas veces tristes e incluso dramáticas, y en su comparación con estilos de vida que han surgido en comunidades urbanas neotradicionales, la Carta del NU enfatiza la necesidad de diversidad social, mezcla de actividades y tipos de circulación, accesibilidad peatonal, participación ciudadana, y respeto a la expresión de la cultura local.
Ya existen varias comunidades que han sido diseñadas basándose en los conceptos de la CNU, llamando la atención tanto de profesionales como del público general: Seaside en Florida, en 1981, un ejemplo pionero para el movimiento de NU; y más recientemente, Celebration, en Florida; Suisun City y The Crossings, en California, etc., diseñadas en los noventa. Estos ejemplos se han convertido en un campo de experimentación e inspiración para los nuevos urbanistas, que comienzan a trabajar en centros de ciudades deteriorados, y suburbios por doquier, buscando maneras de reedificar su diversidad social, y su sentido de lugar y de comunidad. Como éstas son ambiciones más o menos universales, algunos diseñadores han contrarrestado, con los principios del Nuevo Urbanismo, el cuestionable desarrollo urbano que han propiciado algunos grandes grupos de arquitectura en Asia, emulando los rascacielos de Nueva York o Chicago. Otros se han atrevido con algún proyecto en Centroamérica. Y las oportunidades de desarrollos semejantes va en aumento, en la medida en que crece la promoción y la aceptación de las ideas de la CNU.

Suisun City, Marina, Califórnia, 1996

Suisun City, Victorian Harbor, Califórnia, 1996
No obstante, una gran dificultad para estas propuestas del NU es la factibilidad económica, tanto de los gobiernos locales o agencias privadas para diseñar, construir y administrar este tipo de proyectos, como para los usuarios potenciales de acceder a las unidades residenciales. Aun cuando se realizan en etapas, estos proyectos resultan muy costosos, por lo que sectores de la población quedan incapacitados para adquirir o rentar una vivienda. En este sentido, las soluciones físicas implementadas hasta ahora por el NU no parecen ser una alternativa fácilmente reproducible frente al crecimiento suburbano, a pesar de que la moderada densidad que proponen estos asentamientos favorece el ahorro en infraestructura y servicios.
he Crossings, implantação, Califórnia

The Crossings, Califórnia. Foto Brian Rose
En este punto puede resultar iluminador volver atrás la vista y reevaluar la agenda social bajo la Carta de Atenas, en la que se expone que cada individuo debe tener "acceso a las alegrías fundamentales, el bienestar del hogar, y la belleza de la ciudad", de manera de buscar las opciones legales, financieras, tecnológicas y políticas que hagan esto viable. El NU debe también mirar, como el CIAM hizo, más allá de los límites de los Estados Unidos para reconocer, analizar, y eventualmente formular recomendaciones acerca de los fenómenos urbanos globales. Para mencionar un solo dato, se estima que para el año 2000 (¡en sólo 3 años más!), habrá 50 ciudades de más de 15 millones de habitantes en el mundo, y aproximadamente 40 de ellas estarán en el tercer mundo. Las consecuencias de esta realidad afectarán el planeta entero en diversas formas. El movimiento del NU no puede ser neutral o indiferente a estos problemas, pues las repercusiones inevitablemente se harán sentir en la vida urbana norteamericana. Un enfoque más amplio como herramienta de análisis y predicción, como el que sostuvo el CIAM, sin ser garantía, podría mejorar y universalizar significativamente las proposiciones de la CNU.

The Crossings, Califórnia. Foto Brian Rose
The Crossings, Califórnia. Foto Brian Rose

Estas son, quizá, las comparaciones más evidentes entre la Carta de Atenas y la del Nuevo Urbanismo. Las diferencias podrían analizarse en diferentes planos, desde lo más general hasta aspectos muy específicos. Entre las más destacadas están: el carácter más universal de la CA vs. el carácter nacional de la del NU; la creencia optimista en la arquitectura y el urbanismo como fuentes de cambio de la CA vs. una visión más realista del rol del diseño dentro de la complejidad de factores que influencian el destino de las ciudades que plantea el NU; el postulado de la arquitectura moderna como el modelo para rescatar y reordenar las ciudades y propiciar salud y felicidad al individuo y a la colectividad de la CA vs. lineamientos de diseño más generales que trascienden estilos y enfatizan la creación de unidades dentro de una jerarquía urbana (región, vecindario, distrito, corredor, cuadra, calle, edificio), de manera de promover la apropiada mezcla de funciones y gente, acrecentar la vida pública, y hacer uso más racional de los recursos.
Aunque las propuestas del NU están siendo intensamente discutidas y exploradas en escuelas, foros, y publicaciones de arquitectura y urbanismo, en la Internet y en la práctica profesional, aún hay mucho por debatir. Sus implicaciones, la evaluación del desempeño de las todavía muy pocas y jóvenes comunidades que han sido creadas bajo sus planteamientos, su validez universal, y su factibilidad económica (para inversionistas, constructores, y usuarios), son, entre otros, tópicos para discutir y reflexionar más profundamente.

Nota

1
Artigo publicado originalmente na revista Entre Rayas.
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Cuando se viaja desde Abra Pampa - Rodolfo Kusch

Paisaje de Abra Pampa, sitio donde Rodolfo Kusch se encontró con   Mamaní, un entrañable viejo de la puna. (Foto: ruta0.com). 

Encontrar al otro: persona, ambiente o situación conlleva un desafío, una apuesta, un temor. Requiere un planteo y una reubicación, un salto hacia. Un asalto al prejuicio para romper con los patrones conocidos. Exige un dar y un asumirse desinteresadamente.
De esta manera, Temakel se interna en la reflexión que el filósofo y americanista Rodolfo Kusch entrega luego de unos momentos compartidos con Mamaní, un viejito de la puna.
Tras un viaje elíptico que emprende para combatir la diferencia burda: la que infiltra entre él -Mamaní- y nosotros una cierta evolución en el tiempo que nos distancia considerablemente, Kusch se asoma al “ucamau mundajja”, al fondo común de las cosas. Al misterio de una misión que desconocemos: a reconocer nada menos que la duda del por qué se ha venido al mundo.
Andrés Manrique

(*) Gunter Rodolfo Kusch nació en la ciudad de Buenos Aires el 25 de junio de 1922. Egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires en 1948 con el título de profesor de Enseñanza Secundaria, normal y especial en Filosofía. Desde temprano, abocó sus estudios a los problemas de los aborígenes americanos, tema al que le dedicó su vida. Vivió sus últimos años en Maimará, lugar desde el que se despidió el 30 de septiembre de 1979.

        Cuando se viaja desde Abra Pampa hacia el Oeste se sigue un largo camino que sube una lomada y de pronto se topa uno con el pueblo de Cochinoca. Las casas se desparraman a lo largo de un cerro y entre ellas aparecen las iglesias. Hacia el fondo se extiende un llano y a lo lejos se levantan las lomadas de la puna.
Cuando se llega se encuentra uno con gestos de sorpresa y el típico recelo con que es recibido el forastero. Cuando pudimos lograr alguna comunicación nos llevaron a recorrer el pueblo. Supimos así de la proximidad de la fiesta de Santa Bárbara, de la migración de sus habitantes, de la penuria de reunir el agua durante el año y de muchas cosas más.
Por supuesto, cuando nos disponíamos a volver hubo que llevar gente a Abra Pampa. Así conocimos a Mamaní, un viejito flaco, de piel arrugada, vestido con sombrero y traje y  gestos vitales y rápidos. Nos había dicho que iba a llevar un bultito y cuando vino trajo dos corderos cuarteados para venderlos en Abra Pampa.
En el camino hablamos de adivinación. Sospeché que conocería algo de adivinación boliviana, pero el viejito se escurría con toda habilidad. Se diría que desconfiaba de nosotros.
Cuando llegamos a Abra Pampa lo dejamos en el mercado. Luego lo vimos una vez más, caminaba con gesto apesadumbrado. Me quedó la preocupación sobre lo que le pudo haber ocurrido, quizá algún desencuentro, o alguna mala venta.
Un hombrecito como Mamaní daba la idea de lo que es una vida atrapada por la puna. Seguramente tendría una manada de corderos, viviría en una casa de adobe donde haría sus rituales propiciatorios y se tomaría al fin de la semana algunos vinos.
Cuando volvíamos rumbo al sur pensamos qué significa vivir en América. O mejor se trata de preguntar algo más. Decir que vivimos en América el viejito y yo sería demasiado superficial. La pregunta iría a algo más profundo, ¿qué había de común entre la vida de ese viejito y la mía? Si analizamos su vida que consiste sólo en llevar el cordero cuarteado para vender o en llamarse Mamaní, o en habitar desde hace tiempo en Cochinoca, evidentemente no habría nada en común. Al fin y al cabo, yo vivo en la ciudad, me dedico a escribir, soy profesor y vivo en una casa de ladrillos, no tengo nada que ver con Mamaní. Es más, infiltramos entre él y nosotros una cierta evolución en el tiempo que nos distancia considerablemente. Hacia nosotros crece la civilización y hacia Mamaní decrece, y en el medio se dan varios siglos de heroicos inventos y de grandes conquistas logradas por la humanidad.
Pero aunque nos cuenten todo eso no puedo evitar la intuición de que entre el viejito y yo hay algo en común. Para encontrar esto habrá que dejar de lado los esquemas y las ideas hechas y obrar un poco como hace el filósofo: seguir la intuición para lograr el cabo de una reflexión, seguramente incómoda, lo que hay de común entre ambos. En suma, ¿qué es eso de vivir los dos en América y qué tenemos en común? Si con la primera pregunta me refiero a un simple episodio, con la segunda trato de encontrar el sentido mismo de la vida que va más allá de América.
Claro que no se trata del estilo de vivir porque en ese sentido se puede pensar que vivir es otra cosa. Si fuera por el estilo, creemos que lo hay en Jujuy o en Buenos Aires. Ahí, en cada esquina tenemos una cigarrería, un almacén, vamos al cine, al concierto y nos bañamos con frecuencia.
Por ese lado perdemos a Mamaní. Pero ¿en qué queda entonces la intuición de que entre él y uno mismo hay algo en común? Preguntar así significa entrar en el secreto mismo de la vida, ya no en América sino en general. Pero aquí entramos en las tinieblas ¿sabemos acaso qué es vivir? Vivir es una condición atávica condicionada por milenios de vida de la humanidad pero que no conocemos. ¿Lo sabrá Mamaní? Puede ser.
Recuerdo un brujito muy simpático que en Tihuanaco me había realizado varios rituales propiciatorios tal como hacen los aymarás. Mi impaciencia ciudadana me hacía preguntarle por qué hacía tal cosa y por qué hacía tal otra. Al principio me contestaba fabulando motivaciones en las cuales él no creía pero como yo insistía, se limitó a decir en aymará “ucamau mundajja”: “el mundo así es”.
Decir “así es el mundo” significaba abstenerse de encontrar causas. Pero significa también haber perdido la impaciencia y aceptar la realidad en su verdadera constitución. Pensemos que el mundo moderno no está muy lejos de esa misma actitud.  
Cuando la física moderna descubrió que no podían determinarse las causas de los fenómenos, los científicos se limitaron a la simple descripción de los mimos. Es una forma de decir “así es” al fenómeno físico. Pero claro está que si empleamos el término “así es” para determinar lo que hay de común entre Mamaní y uno mismo, no significa que estemos diciendo algo. Pero he aquí el problema ¿podemos decir algo de lo que hay en común?
Juzgamos la vida un poco por lo que ella manifiesta. Si Mamaní hubiera tocado el erque en Cochinoca nos habría llamado la atención ya que en la gran ciudad eso no se hace, pero tampoco en Cochinoca se daría un concierto de violín.
Decir que la vida es esto o aquello encierra un margen de miedo. ¿Será que el vivir mismo se da antes que el gesto, en un área misteriosa? Si se da en el misterio no sabremos qué decir, y si no sabemos qué decir entramos en el silencio. Detrás del gesto, del erque, del violín, y aún de la palabra está el silencio y en ese silencio se abre un largo camino que se interna en el misterio. Ahí no cabe otra cosa que decir “así es” y decir así, es una explicación por el silencio. ¿Y nada más? Pues le parece poco. Decir “así es” es aceptar el misterio del vivir mismo y hacer esto es reconocer nada menos que la duda del por qué se ha venido al mundo. Es el misterio de una misión que no conocemos, pero tomando la palabra “misterio” en el sentido griego, como mystés, el guía, que nos lleva por corredores ignotos. La noche oscura de San Juan de la Cruz, o la tortura filosófica de enfrentar un silencio donde nada determinamos.
Pero ahí mismo se adivina esa comunidad de estar todos en lo mismo, donde yo y Mamaní nos fundimos. Es el milagro de estar, antes de ser. El fondo común antes de que yo me llame Kusch y el hombrecito Mamaní. Es un área no pensada e imposible de pensar. El silencio en suma y detrás del silencio quizá un símbolo: quizá los dedos de la divinidad, la misma que estuvo arrugando los cerros: una vida realmente en común, la mía, la del viejito y la de la puna, y todos en silencio. (*)

(*) Fuente:  Artículo publicado por primera vez en San Salvador de Jujuy, el 25 de junio de 1988, en edición 
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Ciudad memoria - Pablo Sztulwark


Lo social está en la memoria. La crisis de la cultura tiene en la neutralización de la memoria colectiva uno de sus escenarios centrales. La masa media repite y modula el repertorio de metáforas que invaden la vida cotidiana y las construcciones monopólicas de la realidad.

"Haber tenido lugar es tener un lugar"
Gerard Wajczman

Según Robert Musil, no hay nada en el mundo tan invisible como los monumentos. Es cierto que se trata de una provocación, también es cierto que esa provocación es verdadera. Pero, además, se trata de una observación crítica a un modo histórico de construir memoria. Según ese modo, la memoria se objetiva en diversos dispositivos: el monumento es una forma; el museo, el archivo, el documento histórico, son otras tantas formas de la misma objetivación. Así entendida, la memoria es la representación del pasado concentrada en un objeto.
Ahora bien, la concentración de la memoria en un objeto organiza una delegación: los archivos son los responsables de la memoria, la memoria es patrimonio institucional. De esta manera, la memoria —dice el historiador Pierre Norá— pierde toda espontaneidad. Gestionada la delegación, el archivo, el monumento, el museo, el festival, el aniversario, etc., devienen responsables excluyentes y exclusivos del gobierno de la memoria.
Visto de otra manera, la memoria no es ni representación del pasado ni objetivación de lo sucedido ni construcción acabada. Según esta otra mirada, sobre la que intentaré transitar, la memoria es un conjunto de fuerzas heterogéneas, y hasta contradictorias, que afectan, alteran, suplementan un objeto o un espacio y lo transforman en lugar.
Ahora bien, si la memoria es indeterminación viva, no hay dispositivos institucionales que pueden naturalizarla ni soportes establecidos que puedan congelarla. O al menos, las operaciones de naturalización y congelamiento no pueden con ella. Si se quiere, la memoria espontánea, viva, indeterminada, adquiere y construye sus propias formas. Sobre estas otras formas, trataré de pensar a partir de distintas situaciones.
Ahora bien, detengámonos en la ciudad, nuestro sitio de implicación. Si la memoria es monumental, la memoria de la ciudad está concentrada y reducida a unos objetos. En consecuencia, la memoria urbana existe solamente donde fue preestablecida por el urbanista, el funcionario, la institución. Si la memoria no está concentrada en un objeto sino que está hecha de marcas y afectaciones varias (deliberadas o no; programadas o no; contradictorias o no), la memoria urbana es la ciudad misma. En definitiva, las marcas que hacemos y hacen ciudad.
Concebida más allá de los objetos, la memoria urbana no es una objetivación institucional sino una marcación colectiva; no es una construcción terminada sino una configuración en construcción que emerge aquí y allá. Así concebida, la ciudad tiene otra manera de ser vivida.
Si la ciudad es el lugar de la memoria y la memoria no es reducida a monumento, es necesario indagar: qué quiere decir esto, qué implica esto, a dónde nos conduce esta formulación? Para aclarar esta cuestión, partiré de otro sitio.
En la ciudad contemporánea, afectada por el flujo de capitales, imágenes, personas, información, no hay lugares habitables generadores de sentido. Hasta que los hay. Cuando los hay -como resultado de una intervención- adviene el lugar, adviene la huella material que soporta los sentidos. El lugar, en otras palabras, es el sitio donde el acontecimiento adviene y configura, marca, afecta. La memoria requiere de un lugar donde acontecer porque la memoria es un diálogo complejo e indeterminado entre espacio y tiempo.
Antes de detenerme en las situaciones, me detendré en una bella noción de lugar. Durante una noche perdida en un lugar perdido de la remota Grecia, un hombre se está por enfrentar con una experiencia y no lo sabe. El hombre es Simónides de Ceos. Simónides es parte de una cena: hay amigos, hay buen vino y mejor compañía. Está en la villa de uno de sus colegas. En medio de la noche e intempestivamente, se le aparecen dos seres extraños y lo invitan a abandonar el banquete. El hombre de Ceos no se pregunta por qué y lo hace. Una vez fuera, se produce un terremoto que termina con la vida de sus compañeros. Simónides es el único sobreviviente.
Finalizado el sismo, el sobreviviente tiene una tarea: el reconocimiento. Recorre el lugar y encuentra unos cuerpos desfigurados. Ni parecen humanos. No es posible reconocer los cuerpos sin vida de los amigos, pero Simónides practica esa noche una de sus virtudes de poeta: recuerda, hace memoria. Uno a uno descubre los cuerpos de sus compatriotas. En verdad, no los reconoce. No es posible, de ningún modo. Entonces, hace memoria: recuerda dónde estaba cada uno, qué sitio ocupaba cada uno: estos parados, aquellos sentados, esos otros recostados... La escena finalmente se arma apelando a la memoria.
La memoria de Simónides reconstruye lo sucedido pero lo hace, no hay dudas, a partir de unas huellas. Las ruinas lo orientan, lo guían, le permiten memorizar. Hay lugar y ese lugar es condición de la memoria. Todo en mil pedazos pero, sin embargo, en su lugar. El lugar es el sitio donde algo tiene lugar, es el sitio del advenimiento, es el terreno donde el acontecimiento es posible. Sin un lugar, nada tiene lugar. El lugar es el sitio donde la memoria se expresa, existe, adviene. La memoria urbana, como la memoria de Simónides, construye sus lugares para poder advenir porque haber tenido lugar es tener un lugar.
Antes de avanzar en esta dirección, me demoraré en una variedad de situaciones en las que, de diverso modo, adviene la ciudad como lugar de la memoria. Como iremos viendo, no se trata de espacios institucionalmente definidos de una vez y para siempre, sino de lugares en construcción permanente.
Comenzaré por un lugar de nuestra ciudad. Estamos en el Puente Pueyrredón, aunque resta precisar cuándo. Estamos en el Puente Pueyrredón después del asesinato de Kostecki y Santillán a manos de la policía. Después del asesinato, el puente no es el mismo; después del asesinato, transitar este puente no puede ser lo mismo. El puente es otro y sus visitantes también.
El puente, este puente, tiene memoria. O si se quiere, es memoria. Tiene una memoria ancestral. Es memoria de la Argentina postindustrial, de la Argentina piquetera.
Su materialidad precisa, sólida e inmutable, sin embargo, no soporta lo que ha sucedido: el sentido ha cambiado. Después del asesinato, el Puente Pueyrredón tiene otras memorias, nuevos sentidos. El asesinato de los militantes piqueteros introduce una nueva afectación: el puente como lugar es afectado y marcado por el acontecimiento.Ahora bien, esta afectación no resulta de una intervención deliberada sino del efecto no calculado de un acontecimiento. Cruzar el Puente Pueyrredón, después del asesinato, implica una interpelación ineludible: mataron a Kostecki y a Santillán. Una marca que es memoria, una marca memorable.
Partamos de una distinción que trabajamos con el querido Ignacio Lewkowicz en Arquitectura plus de sentido. Allí distinguíamos entre ciudad de los flujos y situaciones urbanas. No era una mera distinción teórica, era una distinción que nos permitió pensar la existencia de situaciones urbanas en la ciudad de los flujos. También, siguiendo esa misma distinción, la ciudad implica un sentido preestablecido mientras que las situaciones urbanas organizan un sentido, una espacialidad, un plus a pesar del flujo y más allá de lo preestablecido. Algo de este orden acontece con el Puente Pueyrredón. O más precisamente, en el Puente Pueyrredón.
El puente es una marca en la ciudad que dice y nos dice. ¿Qué dice el puente? No lo sé pero no hay dudas que dice. Y lo dice cada vez que es transitado, ocupado, habitado, convocado. Si no lo creen, prueben.
Una situación de otro orden se plantea en Berlín. Daniel Libeskind tiene que diseñar un museo. No es cualquier museo. Tal vez, ningún museo sea cualquier museo, pero éste tampoco lo es. Se trata del Museo judío de Berlín. Es un proyecto inquietante, hay que pensar. Una primera pregunta interpela al arquitecto: qué tengo que mostrar. Buena pregunta, muy buena pregunta. Libeskind ensaya una respuesta: tengo que mostrar lo que no está. Buena respuesta, muy buena respuesta. Increíblemente certera. Ahora, esta respuesta enfrenta al arquitecto con un verdadero problema: cómo se muestra lo que no hay; cómo se muestra la ausencia.
La investigación de esta posibilidad marca al Museo judío de Berlín. La investigación de esta posibilidad construye un museo que hace eje, por decirlo de algún modo, en el armado de espacios que evoquen ausencia. Precisaré algo de esto. No importan aquí las formas del museo, el diseño, el proyecto; no importa que la planta sea una suerte de estrella de David deconstruida. No importa todo esto porque la experiencia de transitar el museo se juega en otro terreno subjetivo.
Este museo no es un museo al que estemos acostumbrados. No es un museo institucional que expone, más o menos cuidadosamente, materiales de archivo. No es un museo del estado nación. Tampoco es un museo histórico que nos dice críticamente qué pasó. Lo novedoso de este museo reside en el tipo de experiencia que le ofrece al visitante, siempre y cuando el visitante se deje habitar por esa ausencia. Pero éste es otro asunto.La operatoria del Museo judío de Berlín no consiste en la exposición de objetos, fotos, archivos, etc., sobre la historia del pueblo judío, sobre las persecuciones y los campos de concentración. De hecho, fueron agregados. Y si bien hay un espacio especialmente saturado de este tipo de información, la operatoria del museo es distinta. No es sencillo describirla, pero intentémoslo.
Al entrar al museo debemos elegir entre distintas salas, salas donde no se expone nada.
Entramos primero a una sala vacía, fría, con luz tenue y de fuente imperceptible, de muchísima altura y con una enorme puerta que, al cerrarse, produce un ruido escalofriante que nos remite a la emoción de la ausencia, de lo que terriblemente ya no está. Una situación espacial que nos atraviesa el cuerpo, que prepara nuestra sensibilidad para percibir que lo que vivía ya no está. Un espacio que, a su vez, no es nada y que sin embargo se termina de construir con nuestra presencia.
Otro espacio alude a los que no están porque se fueron: ¿cómo se fueron? ¿Cómo llegaron a dónde llegaron? Sería largo describir cada lugar pero si es muy importante explicar el dispositivo arquitectónico que nos presenta la ausencia.
Pero esta ausencia no resulta de la apelación a objetos ligados a los ausentes sino de la instalación de situaciones de ausencia. Se habita la ausencia y no los objetos de los ausentes; se produce memoria a partir de la producción de situaciones de ausencia. La construcción de la memoria, entonces, no resulta de las operaciones archivísticas o del buen conocimiento de los hechos sino de la producción, en diversas situaciones, de ausencia, ausencia, más ausencia.
Me gustaría presentar un tercer ejemplo. Estamos en Austria en 1988. Hans Haacke reconstruye el monumento que los nazis instalan en la ciudad de Graz en 1938. Esta reconstrucción resulta muy interesante por una variedad de razones.
Primero, la reconstrucción que hace Haacke conserva las formas del monumento nazi. Entre ellas, una insignia que dice: "y después de todo la derrota es vuestra". Esta insignia es a propósito del fallido golpe de Viena de 1934. Pero el texto no termina aquí. Haacke agrega: "los derrotados de Estiria: 300 gitanos asesinados, 2500 judíos asesinados, 8000 prisioneros políticos asesinados o muertos en cautiverio, 9000 civiles asesinados en la guerra, 12000 desaparecidos, 27900 soldados asesinados". Segundo, el monumento restaurado por Haacke es atacado por una bomba neonazi. Ante esto, la ciudad decide conservarlo en el nuevo estado.
Vayamospor partes. Me detendré primero en la intervención de Haacke. Para Haacke, los monumentos públicos no son objetos acabados sino configuraciones en construcción. Los monumentos son, a cada momento, superficies de inscripción social. Por eso mismo, las intervenciones del artista son en los monumentos existentes. Como podemos imaginar, la intervención de Haacke no consiste en unos estudios de diseño de tal o cual objeto sino en indagaciones de producciones simbólicas sobre y en los monumentos.
Tal vez porque Haacke entiende que los monumentos públicos son lugares donde se tramita simbólicamente, donde se produce sentido, donde se procesa colectivamente lo pasado, el ataque al monumento restaurado parece una irónica confirmación de lo pensado. Aunque para los autores del hecho fue un ataque, para Haacke es una intervención más en ese terreno de inscripción.
Si bien no tenemos mayor información sobre la discusión en la ciudad a propósito de la restauración o no del monumento atacado; aun si la ciudad hubiese decidido restaurar el monumento atacado, esto tambien habría sido una operación más en el campo del sentido.
La suplementación de sentido organiza la dinámica de la memoria. Antes y después de la restauración que realiza Haacke, una serie de sentidos afectan el monumento; el mismo artista introduce otros tantos. El monumento no importa aquí como expresión de una visión sino como sitio de inscripción social, de producción de sentido, de construcción simbólica en acción.
Un último ejemplo para no abundar. Estamos en París; estamos en una plaza de Paris llamada Plaza del Alma, según la designación oficial. En esta plaza, hay una base de mármol -larga, dorada, estilizada- que representa la llama de la libertad. Según la placa ubicada en la plaza, esa base es una réplica de la llama que sostiene la estatua de la libertad en Nueva York. Al parecer, la llama representa la libertad y la amistad como valores universales. Hasta aquí, nada memorable; apenas una plaza menor para el recorrido turístico promedio.
Pero las condiciones se alteran y alteran el sentido de la plaza. La Plaza del Alma esta construida sobre un túnel y en ese túnel se mata Lady Di. Antes del accidente, la plaza carece de sentido para sus visitantes; después del accidente, la plaza se convierte en la plaza de Lady Di. En poco tiempo, se cubre de graffitis, dibujos, collages, muñecos, postales, cartas... en honor de la princesa trágicamente muerta.
La intervención está hecha. O por lo menos, en proceso. Después del accidente, un conjunto de acciones convierten esa plaza sin marca ni afectación en un lugar poblado de memoria. Es cierto que no se trata de una intervención deliberada, calculada, codificada. Por el contrario, se trata de un conjunto heterogéneo de acciones que marcan, afectan, construyen espacialidad. En definitiva, la construcción de sentido no resulta de una intervención institucionalizada -esa sería la lógica de la plaza oficial, la lógica que arma un sentido preestablecido y cerrado- sino de una variedad de acciones, sin plan entre sí, que construyen lugar. La plaza ya no es una plaza más de Paris, tampoco es solamente una plaza oficial que presenta la libertad y la amistad como valores universales; la plaza es una construcción colectiva que vuelve habitable lo inhabitable, es un espacio que hace lugar. Lo que, dadas las circunstancias, no es poca cosa.
Luego del recorrido por estas situaciones urbanas, nos enfrentamos nuevamente con el problema de la memoria en la ciudad. Al pie de estas situaciones, la memoria no es una producción institucional que se define de una vez y para siempre; en el marco de estas situaciones, la memoria es una variedad compleja, heterogénea y permanente de acciones que componen un sentido que, inevitablemente, es en construcción. Por otro lado, el recorrido por estas situaciones nos dice además que la ciudad es el sitio donde acontecen infinitas situaciones urbanas. En este artículo nos detuvimos en algunas pero, no hay dudas, que la vida de cada uno de nosotros está afectada por una serie infinita de situaciones urbanas que componen nuestra memoria, situaciones que marcan y nos marcan, incluso entretejiendo el plano de lo publico y lo privado, que seria sino la ciudad?
Pero volvamos a los ejemplos. Sin ir muy lejos, el Puente Pueyrredón nos ofrece una vía de indagación de la memoria y nos aleja, una vez más, del esquema institucional de lo memorable. El Puente es memoria pero no es memoria representacional. Más bien, es una interpelación inevitable que nos recuerda lo que aconteció. El puente se hace lugar cuando nos susurra que algo ha tenido lugar. Nada más alejado del monumento conmemorativo, nada más alejado del registro objetivo de los hechos. En esta situación, la memoria es interpelación por el acontecimiento.
Si cruzar el Puente Pueyrredón no es una experiencia menor, habitar el Museo Judío de Berlín tampoco. Adviene la experiencia memorable. En el museo, la memoria no resulta de la remisión a unos objetos cargados de representación sino de la instalación de situaciones de ausencia. Nuevamente el archivo queda desplazado y la memoria toma otros caminos. En esta situación, la memoria es experimentación de la ausencia (y no recordatorio).
Ahora bien, el asunto no termina aquí. El recorrido por las situaciones produce otro esquema. Si transitamos la experiencia que nos ofrece Haacke, el esquema institucional de administración de la memoria es nuevamente puesto en cuestión. Antes que nada, la memoria es el sitio de inscripción social. Pero si algo nos dice la experiencia en torno de Haacke es que esa inscripción es permanente. Al modo del palimpsesto, una vez, otra vez, una vez más... pero todo a la vez. En esta situación, la memoria es inscripción social.
La Plaza del Alma (o la Plaza de Lady Di) también nos invita a revisar los mecanismos productores de memoria. Si la plaza institucional no generaba afectación alguna, la Plaza -luego de la muerte princesa- abre otro juego de espacios. Como se ve, no se trata de una intervención orientada a la producción de un espacio habitable sino de unas acciones absolutamente contingentes que, a pesar de su contingencia, dan lugar al lugar. La contingencia da lugar al acontecimiento y, lo inhabitable, resulta habitado. En esta situación, la memoria es una construcción de sentido en la contingencia.¿Qué nos dicen estas situaciones? ¿Qué nos dicen estas situaciones que relanzan el problema de la memoria? Nos dicen muchas cosas pero, sobre todo, redefinen el problema. Ante la pregunta por la ciudad como lugar de la memoria, nos invitan a indagar las situaciones urbanas como generadoras de memoria. Como nos dice Borges: "los ojos ven, lo que están acostumbrados a ver". Justamente por eso, es tiempo de indagar estas otras formas de la memoria: más allá del archivo, del monumento, de la plaza oficial; es tiempo de pensar la memoria como eso que está actuando todo el tiempo, como eso que está produciendo y produciéndonos. Más allá de lo monumental, hay situaciones urbanas que producen memoria, que hacen memoria. La tarea es entrenar a nuestro cuerpo en el ejercicio de esta sensibilidad.

Referencias
  • González, Valeria: La verdad inutil. Museo Caraffa. Cordoba. Argentina.
  • Lewkowicz, Ignacio y Sztulwark, Pablo: Arquitectura plus de sentido. Editorial Altamira, Buenos Aires, 2003.
  • Wajczman, Gerard: El objeto del siglo. Amorrortu, Buenos Aires, 2001.
  • Nora, Pierre: Entre la memoria y la historia (Les lieux de memoire), Representations 26. University of California, 1989.
  • Donald Bates: Entre lineas, una conversacion con Daniel Libeskind. Revista El Croquis. Madrid,1996.
  • Spieker Sven: Archivos vivos. Memoria pública, injertos, contextos en http://www.proyectovenus.org/
 
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