Espacio urbano colectivo: nuevas perspectivas


Urbanistas, arquitectos, artistas y representantes políticos de distintos horizontes geográficos se reunieron en el Diálogo «Espacio urbano colectivo», realizado en el Fórum Universal de las Culturas de Barcelona entre los días 8 y 12 de septiembre, con el propósito de intercambiar conocimientos, proyectos y estrategias para la gestión de nuevos modelos de urbanismo que incluyan el concepto del espacio colectivo, ese nuevo fenómeno social que acoge las formas de interacción institucionalizadas y las relaciones libres entre los ciudadanos. El cambio de escala que se está produciendo en las ciudades, así como la creciente transformación de los modos de vida, han traído consigo que los espacios públicos pierdan protagonismo en favor de los espacios colectivos, por lo que es preciso que los mismos sean atendidos en los proyectos urbanísticos.

El Fórum Universal de las Culturas de Barcelona reunió a especialistas en urbanismo, arquitectos, políticos, artistas y filósofos para debatir sobre la imperiosa necesidad de que las ciudades reconstruyan sus estrategias de planificación, de modo que las mismas incluyan la interacción colectiva, tanto de las zonas céntricas como de las periféricas. En este proceso, la necesidad de que exista un espacio urbano colectivo como encuentro de culturas y escenario de conflictos, pero, a la vez, como símbolo de regeneración democrática, es esencial. El espacio colectivo urbano es un complejo fenómeno social que trasciende lo público y se mestiza con lo privado, que acoge formas de interacción institucionalizadas y relaciones libres entre los individuos. En definitiva, el espacio colectivo urbano ha sido analizado como centro neurálgico para el desarrollo de las ciudades.


Las ciudades tienen la obligación de generar espacios públicos para que sea la ciudadanía quien se apodere de ellos y, a partir de sus usos y prácticas, los transformen en colectivos.

La ciudad y el espacio disociado

El espacio público de las ciudades se encuentra en crisis. Los elementos simbólicos de los espacios públicos que las ciudades construyeron en el pasado hoy ya no sirven para representar los flujos que circulan por ellas. Este progresivo debilitamiento del espacio público obedece, por un lado, al debilitamiento de lo político (la polis) y, por otro, al hecho de que el propio proyecto de convivencia esté atravesando una profunda crisis. Al respecto, François Barré afirmó: «Lo público ya no puede reducirse a los lugares tradicionales, como los cascos antiguos de las ciudades o las zonas céntricas, porque dicho espacio sólo representa el 10% de la ciudad». Y agregó que esta crisis se debe principalmente al modelo individualista y, por consiguiente, al hecho de que el 90% de la población ya no viva en el centro de las ciudades, lo que se traduce en una pérdida de relaciones cotidianas, además de reflejarse en la arquitectura y en la privatización del espacio público.

Al hablar de la disociación de las ciudades, también se hizo referencia a la crisis de la temporalidad, que plantea una contradicción entre el carácter temporal y la dificultad derivada de la instantaneidad dominante para que algo se inscriba en la historia urbana. Esta crisis está vinculada a la ruptura de la narrativa estructural. La actualidad de las ciudades está marcada por el flujo instantáneo, y esta contradicción temporal dificulta la proyección de una narrativa a largo plazo. François Ascher, profesor del Instituto Francés de Urbanismo de la Universidad de París, se refirió a la paradoja contemporánea de que la lentitud es un lujo difícil de encontrar. Así, por lo que respecta a la planificación a largo plazo, el urbanismo actual depende en gran medida de acontecimientos concretos; sería el caso, por ejemplo, de los proyectos urbanísticos diseñados con motivo de unos Juegos Olímpicos. A este tipo de urbanismo Barré lo denominó «la arquitectura del pretexto».

Por esta razón, las relaciones que se establecen entre los sujetos y los objetos de una ciudad son fundamentales; el problema es que actualmente no suelen darse tales relaciones. Para entender este fenómeno, hay que comprender el cambio de escala que han sufrido las sociedades. Hoy en día, los individuos son plurales, pertenecen a distintos lugares y se desplazan por espacios reales y virtuales distintos. La dicotomía privado-público, individual-colectivo, interior-exterior ha quedado desplazada. Se deberá realizar una arquitectura de la movilidad que desempeñe un papel esencial en este aspecto, ya que los ciudadanos se ven involucrados en un flujo constante y múltiple. La ciudad debe constituirse en un mecanismo de articulación de los distintos medios, y la arquitectura debe actuar a modo de interfaz. Las ciudades funcionan como una metáfora del hipertexto, donde los individuos viven en escalas y planos distintos, pasando continuamente de un espacio a otro (texto laboral, texto del barrio, texto doméstico), ya sea comunicándose a distancia o desplazándose físicamente. Por lo tanto, esta movilidad múltiple se da en un hiperespacio dimensional. Comprender esta nueva forma de relación es crucial para la arquitectura urbana.

La arquitectura y el urbanismo deben ser respetuosos en lo que se refiere a la ocupación del espacio público, la sostenibilidad medioambiental y las distintas culturas, siendo ello un factor diferencial de cada ciudad.

En esta nueva forma de espacio colectivo, la intermodalidad desempeña un papel fundamental. Las ciudades deben facilitar la conexión a través de distintos medios de transporte. Joan Busquets afirmó que, para conseguirlo, por un lado hay que eliminar las vías rápidas de la trama urbana por medio de rondas, de modo que las autopistas se conecten fuera de la ciudad y se deje el espacio público al nivel urbano y el transporte rápido a otros niveles (y puso como ejemplo la ciudad de Barcelona). Por otro lado, se debe aumentar la red de transportes públicos, tanto en los centros como, muy especialmente, en las zonas periféricas. «La cultura urbana debe pasar por encima de la cultura del automóvil», afirmó.

Qué modelo de ciudad

Ante esta disociación, las ciudades necesitan un cambio profundo. En este contexto, en el Diálogo se abordó cómo ajustar un modelo de integración de espacios en el que la densidad esté presente y a su vez actúe como un indicador de desarrollo.

«El espacio público ya no se puede pensar como hace 50 años. Hoy, el espacio colectivo se ha transformado», sostuvo el arquitecto y académico Josep Antón Acebillo, quien remarcó la necesidad de un cambio profundo en las ciudades.

En el marco de la integración de los espacios en la planificación urbanística se abordó la necesidad del reciclaje del suelo y la relevancia de pensar en la construcción de unos espacios que en el futuro puedan ajustar sus usos a las nuevas necesidades, además de dar cabida a flujos diferentes, ya que éstos cambian con gran rapidez.

El alcalde de Barcelona, Joan Clos, se refirió en su ponencia a la importancia de la densidad urbana, y planteó dos modelos de ciudades que están vigentes en la actualidad: la ciudad compactada y las urbanizaciones de baja densidad. Al respecto, destacó la necesidad de gestionar un espacio donde la densidad sea un constante intercambio de flujos, y donde la periferia encuentre una combinación adecuada con el centro. Asimismo, presentó los proyectos para la construcción de dos nuevos barrios en la Zona Franca y Nou Barris, que destacan por ajustarse a conceptos clave para el desarrollo mediante un proceso de densificación ordenada con optimización y reciclaje del suelo.

Un 60% del proyecto estará destinado a espacio público y un 40% a edificaciones, de las que un 70% se destinará a viviendas y el resto a comercios y actividades privadas. Barcelona presenta múltiples grados de densidad urbana, desde las 150 viviendas/ha del Eixample hasta las 60 viviendas/ha de la Vila Olímpica. Por su parte, el proyecto de Nou Barris y la Zona Franca tiene previsto albergar unas 20.000 viviendas.

La necesidad de desarrollar políticas culturales fue otro de los temas tratados en la planificación urbanística. El alcalde de Génova, Giuseppe Pericu, se refirió a la transformación y a la apuesta por planes urbanísticos que se basen en la construcción de una ciudad cultural y activa, en lugar de limitarse a recurrir a la explotación de su patrimonio histórico.

Ciudad global, Gobierno local

Dado que las ciudades están insertadas en un contexto global, deben constituirse como el espacio de articulación política del futuro. Las ciudades se han convertido en el escenario en el que se acumulan tensiones, desarrollo y nuevas formas de expresión sociales, por lo que deben contar con instrumentos políticos que les permitan disfrutar de suficiente autonomía para planificar y ejecutar las políticas urbanísticas.

Las ciudades no intervienen directamente en las discusiones globales que afectan al planeta. En este sentido, se abordó la necesidad de una modificación política en el marco de la relación ciudad y Estado, de forma que se otorgue a las ciudades un mayor grado de descentralización, permitiéndoles gestionar las cuestiones locales de un modo global y con los recursos propios que les proporciona dicho proceso de globalización.

Otro de los temas considerados en el Diálogo fue la seguridad y cómo se institucionalizan las cuestiones en materia de inseguridad, ya sea con respecto a temas globales, como el terrorismo, o a cuestiones locales, como la violencia. En muchos casos, ello genera una percepción distorsionada de la realidad, en la que el miedo se instala en la mente de los ciudadanos a pesar de que en muchas ciudades dicha percepción no se corresponda con las estadísticas sobre la realidad.

Conclusión

El Diálogo «Espacio urbano colectivo: nuevas perspectivas», organizado por el Fórum Universal de las Culturas – Barcelona 2004, la Fundación Mies van der Rohe y Gaudí, y el Programa Cultura 2000 de la Unión Europea, ha debatido la importancia de un profundo cambio en las ciudades y en la gestión –por parte de los urbanistas arquitectos y los representantes políticos– de nuevos espacios colectivos, considerados como un lugar de intercambio que acoge las formas de interacción institucionalizadas y las relaciones libres de los ciudadanos. El espacio colectivo urbano se erige como un componente clave para el desarrollo y la integración de las ciudades. En el Diálogo se han presentado diversos proyectos, públicos y privados, cuyos ejes centrales giran en torno a la articulación de todos los flujos que intervienen en la vida ciudadana.

La integración de la periferia con el centro, el uso del transporte público, los problemas y beneficios de la densidad, la edificación de torres, el reciclaje del suelo, la construcción de un marco de identidad y los temas relacionados con la seguridad y la violencia en las ciudades, se han tratado a través de cinco mesas redondas, con el propósito de encontrar una nueva forma de gobernabilidad del territorio que permita a las ciudades dar un paso hacia adelante ante la crítica situación en la que se encuentran. La creación de espacios urbanos colectivos que fomenten la convivencia y la tolerancia resulta indispensable para este cambio. 

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